Para Víctor, más conocido como “El Gordo Cocina”, migrar significó también la oportunidad de un cambio significativo de ocupación que le abrió recorridos que nunca había imaginado. Si bien la primera vez que este caraqueño conoció Buenos Aires lo hizo gracias a su primera carrera, en su nuevo lugar de residencia pudo “salir de su zona de confort” y aventurarse por otros caminos.

El Gordo Cocina se recibió de Licenciado en Comunicación Social en su país natal y comenzó a trabajar como redactor para plataformas y blogs. Cuando decidió profundizar sus conocimientos en estas áreas, encontró que el único lugar de América Latina donde ofrecían una especialización en contenido digital era en la capital argentina. Finalizado el curso, regresó a Caracas, pero muy pronto mediante un puesto de trabajo se instaló en una ciudad que aún hoy encuentra “amigable”, con lugares aún no conocidos para descubrir.

Sin embargo, después de algunos años sintió que ya no le gustaba lo que hacía, que era una etapa culminada. Renunció a su puesto en una gran empresa y comenzó a desempeñarse en forma autónoma.

Sus nuevos horarios le permitieron dedicarse a un hobby que siempre había estado presente en su vida: la cocina. A Víctor le gusta mucho comer, y comer de todo, y de allí surgió su apodo. Empezó a disfrutar de ir más allá de preparar platos solamente por obligación. Al mismo tiempo, se concretaba cada día más su adaptación culinaria, con la incorporación de ingredientes argentinos a sus preparaciones.

En pleno momento de diversión gastronómica, un par de amigos le propusieron dar otro salto: abrir una cuenta de Instagram donde mostrar sus platos y subir sus explicaciones. Aunque dudó por su falta de experiencia en redes, finalmente se animó. Los compañeros de trabajo de su esposa se vieron beneficiados por esta decisión, ya que comenzaron a disfrutar de las creaciones que el Gordo realizaba para su canal.

Otro hito en este nuevo camino vino de la mano de un regalo navideño. Agradecidos por la generosidad de este chef que estaba comenzando a incursionar en las redes, los colegas de su cónyuge lo sorprendieron con un curso de food styling. Víctor cuenta que hubo un antes y un después: su estética en redes se elevó y atrajo la multiplicación de seguidores, que superaron en poco tiempo las 50.000 personas.

Aunque incorpora en muchos de sus platos “el sabor y la sazón” de Venezuela que lleva en sus raíces, el Gordo no siente que haga una comida ciento por ciento venezolana. Alaba especialmente las pastas y el helado que ha conocido en la Argentina. En sus libros incluye recetas de varias culturas y de varios orígenes. Y sigue investigando y fusionando, como en sus inicios: “El experimentar es una de las cosas más divertidas que me pasan en la cocina; el poder tomar ingredientes simples,  juntarlos y transformarlos”.

La popularidad de sus recetas y métodos ha seguido creciendo. Víctor incluso ha participado como coach de famosos en un conocido programa de televisión con temática gastronómica.

El Gordo se declara muy contento de estar en Argentina y cree que su migración lo animó a tomar la decisión de difundir su gastronomía. Y resume: “Argentina es un país en el que, si trabajas, puedes cumplir tus sueños totalmente. Acá tenemos un montón de oportunidades”.

Si tuviera que darle un consejo a quienes están pensando en migrar, el Gordo les diría que planifiquen, que averigüen, que se organicen tanto como puedan antes de viajar. Además, si están dudando en cuanto a sus elecciones, Víctor los alienta a “que se animen, a que prueben algo distinto”. Como él, llevan consigo sus raíces y su esencia, que los sostienen cuando incursionan por nuevos senderos.