Después de llegar desde el Perú a la Argentina durante una de las mayores crisis del país, Claudia Zamora superó con constancia y dedicación sucesivos desafíos. Sintió el peso de barreras culturales e idiomáticas, y se enfrentó a limitaciones relacionadas con documentación, que fueron resueltas gracias a políticas de regularización, y que le permitieron finalmente comenzar un emprendimiento de vidriería junto a sus hermanos.

El emprendimiento creció y evolucionó hasta convertirse en un taller de cuadros, “Cozam Decor”. Claudia trabajó a la par de sus hermanos varones y, cuando ellos regresaron a su país natal, siguió adelante, sola, en un rubro mayoritariamente masculino. Los prejuicios y el cansancio, en lugar de detenerla, le dieron valentía y la empoderaron: “Me sirvió para encontrar que podía hacer eso y más”.

Pero pasó el tiempo y, ante la lejanía de su familia, Claudia entró en una etapa de depresión. Sintió que había llegado a su techo, que le faltaban las ganas, que ya no tenía más nada por hacer en el lugar al que había llegado con un sueño. Claudia comenta que sus días transcurrían “grises”, cuando la convocatoria al programa “Impulso Migrante”, implementado por la OIM en alianza con la asociación Inicia, marcó “un antes y un después” en su vida.

Como integrante de “Impulso Migrante”, Claudia comenzó a intercambiar ideas y experiencias con migrantes más recientes y a "contagiarse de su vitalidad". Al participar en las actividades de formación y resultar beneficiaria de un incentivo económico para comprar insumos y renovar su local, Claudia recuperó las ganas de hacer y, con ello, su sonrisa y sus sueños.

En ese proceso de volver a soñar, nació “Ayni Digital”, un proyecto de motorhome que recorra América llevando arte y cultura de todas las poblaciones migrantes, desde Ushuaia hasta Alaska. Claudia se entusiasma e imagina al “Ayni Digital” visitando todos los rincones de la tierra: “Porque en toda la tierra hay migrantes. Y todos los migrantes, de alguna manera u otra, se van a entrecruzar”.

En quecha, “ayni” significa “ayuda mutua”. Claudia nunca dejó de brindar ayuda, ni siquiera cuando atravesó situaciones arduas. Aunque no pudo ejercer formalmente su profesión de trabajadora social, siente que hay una continuidad en su vinculación con otras personas migrantes con las que se contacta para que aprendan el idioma, accedan a documentación para regularizar su situación y, en general, se sientan acompañadas en su trayecto migratorio.

Claudia cree que por esa razón no regresó al Perú más que de visita: “Las personas migrantes somos una fuerza motora para cada país. Todos tenemos algo para dar”, afirma, y ese “algo” lo ha dado y seguirá dando a través de su emprendimiento y en el tiempo que dedica para dar contención al prójimo, mientras sueña con el “Ayni Digital” e invita a quien quiera a acompañarla: “Y el que se quiera sumar, se suma. Aprendes a vivir, a respetar, a sentir que toda tierra es única y que esa tierra única es para todos. Y todos podemos dar de lo que tenemos”.

 

 

En toda la tierra hay migrantes. Y todos esos migrantes, de alguna manera u otra, se van a entrecruzar.