El concepto de salud mental va más allá de la ausencia de trastornos mentales y es una parte integral del concepto de salud. De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud, la salud mental es “un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades, es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar en forma productiva y de contribuir a su comunidad”.

La migración implica una redefinición de identidades, funciones y sistemas de valor en términos individuales, familiares, grupales y colectivos, lo que puede resultar estresante para las personas, las familias y las comunidades. Sin embargo, la migración no es una patología ni tampoco, por sí misma, un determinante de trastornos mentales o problemas psicológicos. Además, si bien la migración puede estar atravesada por múltiples estresores, al mismo tiempo puede dar origen a nuevas interacciones sociales, la adquisición de nuevos significados culturales, y un nuevo y renovado sentido de pertenencia.

La búsqueda de los estándares más asequibles de salud y bienestar psicológico para las personas migrantes y las poblaciones desplazadas se encuentra plasmada en el Pacto Mundial de las Naciones Unidas para una Migración Segura, Ordenada y Regular; en tanto la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas formula un llamamiento a lograr cuidados universales de salud mental y apoyo psicosocial para todas las personas, incluyendo migrantes y refugiados. Un abordaje inclusivo y basado en los derechos humanos puede contribuir a lograr efectos positivos en la sociedad, la economía y la cultura, tanto para las personas migrantes y sus familias como para las sociedades de origen y destino.

 

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