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Día Internacional del Migrante: Mensaje del Director General de la OIM, Embajador William Lacy Swing

Suiza- El informe que encuentro sobre mi escritorio dos veces por semana contiene historias trágicas. Desglosa el número de migrantes que han perdido la vida. Migrantes que mueren ahogados, al hundirse las embarcaciones en las que los traficantes los hacinan, migrantes que perecen de extenuación al atravesar desiertos o, peor aún, migrantes que mueren cuando sus captores —en lugares como Libia— les quitan todas sus pertenencias, a ellos y sus familias, para después matarlos y enterrarlos en fosas comunes.

A veces mueren lejos de sus familias; otras veces, estas les acompañan, o están cerca rezagadas. Los 65 años de labor de la Organización Internacional para las Migraciones traen consigo un profundo conocimiento de los migrantes. Por ello, sabemos que muchos podrían haber evitado el destino fatal que les aguardaba en sus peligrosas travesías de haber podido contar con información acerca de los riesgos y de las oportunidades existentes para una vida mejor.

La pobreza extrema, el cambio climático y las economías quebrantadas y corruptas —que conllevan una grave desigualdad de renta, un elevado índice de desempleo juvenil y la falta de oportunidades— exponen a millones de hombres, mujeres y niños a enormes riesgos y los obligan a migrar. A ello se suman los ocho conflictos de gran escala vigentes en distintas partes del mundo, que generan desplazamientos tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.

La OIM, el Organismo de las Naciones Unidas para la Migración, estima que hoy en día una de cada siete personas en el planeta es un migrante –personas que viven, trabajan y fundan una familia en un lugar distinto de su lugar de residencia habitual. Y aunque la mayoría lo único que quiere es vivir, muchos solo encuentran la muerte.

El Proyecto sobre Migrantes Desaparecidos de la OIM se ocupa de producir el informe que recibo dos veces por semana y que intenta identificar a cada migrante fallecido o desaparecido que el personal de la OIM ha podido recensar en los 165 países en los que opera la Organización. En 2016, por tercer año consecutivo, en el marco del Proyecto sobre Migrantes Desaparecidos el número de muertes sobrepasará las 5.000.

Imagínense: en promedio, cada día en los últimos tres años han muerto más de doce migrantes, esto es, un hombre, una mujer, un niño o una niña cada dos horas. 

En lo que va del año, más de 7.000 personas han perdido la vida a lo largo de todas estas rutas. Y estas son solamente las víctimas que conocemos. Hay muchas muertes más que no son registradas por ningún gobierno oficial u organismo de ayuda humanitaria.

Debemos considerar atentamente este alarmante índice de muertes y la creciente frialdad con que reacciona el mundo. Esto que ocurre hoy se ha producido desde tiempos inmemoriales, y afecta a familias que no hicieron más que seguir caminos idénticos a los emprendidos por sus padres o abuelos hace décadas.

De nada sirve expresar tristeza ni horror, ni sentimientos de culpabilidad. Debemos reconocer que la migración es una megatendencia de nuestra época, y que por ello ya forma parte de la conciencia pública y ocupa un lugar primordial en las agendas gubernamentales.

Las imágenes de grandes cantidades de migrantes en movimiento, o rescatados en el mar que incitan a políticas extremistas no reflejan un panorama completo de la situación. Pensemos en el creciente índice de muertes como una alerta temprana de lo que vendrá, dado que las presiones sociales, políticas y demográficas pueden entrañar conflictos que obligarán a las personas a migrar de forma masiva.

A pesar de las apariencias y de la confusión mediática, la migración no tiene por qué ser caótica o asemejarse a una invasión. Tampoco es una enfermedad que amenaza con contaminar nuestra cultura.

La conmoción que observamos en la esfera política debe constituir una señal de alarma para prepararnos y no para aterrorizarnos. Debemos configurar el futuro en lugar de ignorarlo. Para ello es preciso aceptar el carácter inevitable de la migración, cambiar la percepción pública sobre los migrantes e integrar adecuadamente a los migrantes en nuestras sociedades.

Estamos viviendo una verdadera revolución demográfica y de nosotros depende gestionarla para el beneficio de todos. La mayoría de migrantes simplemente busca una oportunidad, e incluso agradecería una de carácter temporal —por ejemplo, un visado de estudiante o de trabajo agrícola de corto plazo— para así mejorar la vida de sus familias en sus países de origen.

Con el apoyo apropiado, quienes se quedan podrán contribuir a la sociedad en la que se establecen, desde una perspectiva económica o cultural. Es importante crear alianzas entre los migrantes, las comunidades de acogida y los gobiernos para fomentar los beneficios de su presencia en el país. 

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, reconozcamos que hay oportunidades suficientes para todos, y que lo único que tenemos que hacer es compartirlas.

Para obtener información adicional, por favor ponerse en contacto con la sede de la OIM, Leonard Doyle, Tel: + 41 79 285 7123, Email: ldoyle@iom.int o Joel Millman, Tel: + 41 79 103 8720, Email: jmillman@iom.int

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES